Arbitraje y prácticas locales impropias

25.07.2018


Están lamentablemente muy de moda las prácticas impropias o abiertamente contrarias a la ética profesional en el Perú. En particular, hemos asistido estos días a la publicación de audios que registran conversaciones indecorosas, si no ilegales en algunos casos, entre autoridades judiciales y políticas. Eso genera frustración en la ciudadanía, una frustración coincidente con algunos días lluviosos, opacos, deprimentes...

Me pregunto si este tipo de interacciones se producen en otros terrenos como el arbitral. Si las conversaciones profesionales en este ámbito fueran expuestas a la luz pública mediante audios, siempre que no supongan la revelación de deliberaciones del tribunal, ¿nos encontraríamos con sorpresas cuestionables por inapropiadas?

Como ejemplos puedo decir que hace poco alguien me llamó para pedir "apoyo" sobre una decisión vinculada al trámite de un proceso. En otra ocasión se quejaban, mediante el uso de un sistema de mensajería, de la lentitud con que una secretaría institucional llevaba adelante otro proceso. Recuerdo otra vez en que me preguntaron por teléfono, a boca de jarro, cómo resolvería una controversia si fuera designado como árbitro de parte por quien me hacía la consulta. Todo esto es, al menos, inapropiado ¿verdad?

Tengo la impresión que esto sucede con relativa frecuencia, que se está normalizando y que las partes en su desesperación por asegurar algún tipo de resultado son cada vez más y más audaces asumiendo este tipo de conductas. Los límites de la comunicación de las partes con los árbitros están establecidos bajo la preponderancia del principio de defensa y de audiencia. Para que una parte pueda defenderse frente a la otra, debe poder saber de qué se trata.

Para ello, toda comunicación relevante de una parte debe ser comunicada a la contraria, e incluso debe ser debatida en audiencia si el asunto es suficientemente importante. Pero, en los ejemplos anotados, los actores no se hacen cargo de la vigencia real de tales principios y así, pueden comprometer la justicia con la que el tribunal conduzca el proceso. No porque las partes tengan la urgencia de ganar posiciones en su batalla legal, debemos prescindir de tales principios.

Lo inapropiado, usualmente sugerido en ambientes no transparentes, reservados o simplemente opacos, deben ser iluminados bajo el reflector de comunicaciones abiertas, donde todos los participantes puedan hablar fuerte, claro, sin miedo, basando sus pretensiones en buenas razones.